La campaña electoral de Trump se caracterizó por el mensaje discriminatorio en contra de la minoría latina que vive en Estados Unidos. Su visión, relativa a potenciar el consumo a partir de elevar los niveles de empleo de norteamericanos que habían sido “victimas” del secuestro generado por la empleabilidad del inmigrante, dieron luces respecto a lo que Trump haría con tal de potenciar un nacionalismo retrógrado.
Fue lógico que sus primeras decisiones fuesen la no elección de ningún hispano como parte de su gabinete y el retiro de la versión en castellano del sitio Web de la Casa Blanca; debiendo esperarse, a fin de potenciar su visión nacionalista y su agenda política, la eliminación plena de toda consideración de políticas públicas hacia el mundo latino, tal como el programa de regularización de indocumentados implementado en la administración de Obama.
Es en atención a las lógicas de poder y la ambición de una mayoría en el Capitolio, que el Partido Republicano puede ser un freno a la visión discriminatoria de Trump. Sin embargo, hoy evidencian un instrumental silencioso respecto a la cualificación que hace Trump acerca de la minoría latina, a la que cataloga como el culpable de haber privado al norteamericano del goce del “Sueño Americano”.