En el Instituto de Acuicultura de la Universidad Austral de Chile (UACh), sede Puerto Montt (región de Los Lagos), hay varios estanques. Cientos si se quiere. En algunos, los investigadores y/o estudiantes desarrollan conocimientos sobre peces, en otros se estudian pulpos y, desde hace 18 años, se investiga un tipo de crustáceo mundialmente conocido como king crab.
Se trata de la centolla (Lithodes santolla), la misma que se captura –con acceso restringido– en las frías aguas de la región de Magallanes con una talla mínima de 8 centímetros y que desde 2012 se encuentra en el estado de “Plena Explotación”. En los últimos años, sus volúmenes de captura han rondado las 6.000 toneladas, aunque se comienza a advertir una tendencia a la baja.
Para hacerse una idea del negocio de esta especie, el año pasado Estados Unidos importó un total de 10.174 toneladas de king crab, equivalentes a US$309 millones. Durante dicho año, Chile participó tímidamente con el envío de 16 toneladas que significaron retornos por US$356.799. En la oportunidad, las principales presentaciones enviadas por nuestro país fueron congelado y como carne.
Otro dato interesante respecto de la especie que se encuentra distribuida desde la región de Los Lagos a Magallanes es su precio puesto en playa. Hace unos cinco años era de $2.000, hoy se eleva por los $5.000 y se prevé que seguirá subiendo toda vez que los esfuerzos por sus capturas no amainan. En Magallanes, se llegan a transar en $8.000 la unidad, dado su mayor tamaño.
Quizás por lo anterior es que es tan valedera la apuesta que sigue realizando uno de los pocos investigadores a nivel mundial que ha logrado cerrar el ciclo productivo en torno a la L. santolla. Se trata del Dr. Kurt Paschke, quien asevera que, en repetidas oportunidades, ha cosechado ejemplares adultos desde los laboratorios que dirige con la ayuda de estudiantes de pre y posgrado y que, incluso, le ha permitido prestar asesorías en Alaska o Argentina, donde se desarrollan modelos de repoblamiento.
Logros
En concreto, ¿cuáles son los principales logros alcanzados a la fecha? “Lo más importante es que hoy tenemos una producción de larvas y juveniles controlada”, afirma de entrada Paschke. Es más, se aventura a decir que, gracias a diversos financiamientos públicos que le han permitido desarrollar sus investigaciones, “durante la fase larval estamos logrando sobrevivencias promedio de un 52%, pero podemos garantizar fácilmente un 30%”.
Lo anterior no es una nimiedad. En los laboratorios de la UACh no trabajan con antibióticos o detergentes, solo agua dulce caliente para limpiar. “Entonces, en una eventual producción industrial donde se utilicen estos productos, es muy probable que se pueda aumentar la productividad”, aclara el investigador que dedica gran parte de su labor a la Fisiología de Invertebrados. En efecto, Paschke pone acento en trabajo en la Ecofisiología, es decir, se dedica a comprender el efecto de diversos factores ambientales (como temperatura, salinidad o disponibilidad de oxígeno) sobre la fisiología de animales. Uno de ellos es la centolla.
El investigador detalla que, “junto con otros colegas, hemos realizado diferentes modelaciones productivas y hemos determinado que, con 128.000 larvas, que es lo que podríamos producir en nuestros laboratorios, podríamos llegar a tener 43.000 adultos en poco menos de tres años”. Las temperaturas consideradas en las proyecciones fueron de 12°C y a una talla de 10 cm.
Más desarrollos
Suena promisorio, pero ¿por qué los empresarios no se han interesado? Kurt Paschke no se demora mucho en su análisis. “Vemos dos temas. Uno es la inversión inicial, que puede ser considera alta, dado que se requieren grandes superficies para su engorda. Algo muy parecido a los sistemas utilizados por el turbot. Lo segundo son los tiempos de engorda. Tres años parece ser mucho”, reconoce el investigador.
A pesar de estos resultados, los investigadores de la UACh están trabajando arduamente en diferentes líneas para lograr que este cultivo sea más atractivo. La primera apuesta ha sido disminuir los costos productivos a través de, por ejemplo, una disminución en la dispersión de crecimiento de los ejemplares. “Trabajar con padres conocidos nos ha permitido avanzar mucho en la obtención de ejemplares más homogéneos”, comienza diciendo el investigador antes de adelantar la segunda línea de investigación: la nutrición.
Y claro, el crustáceo bajo la lupa es un reconocido carroñero, que se alimenta de peces o moluscos muertos. “Hoy, precisamente alimentamos a nuestras centollas con descartes de la pesca artesanal, pero todavía podemos avanzar en el desarrollo de la mejor dieta. Hemos intentado con pellets, pero como son lentamente comidos, estos terminan disolviéndose en el agua. Si logramos aplicar nuevos desarrollos y conocimientos, no estaremos lejos de alcanzar la talla comercial en dos años”, afirma Kurt Paschke.
Pesca artesanal
Los pescadores del sur de Chile están al tanto de este desarrollo y esperando algún tipo de apoyo estatal para poder avanzar en la engorda de los juveniles al interior de sus áreas de manejo. No obstante, por un tema de temperatura de agua, se asevera que en áreas de Magallanes, donde hay 5°C en promedio, el crecimiento a talla comercial podría tardar hasta ocho años. Por lo tanto, lo ideal sería Los Lagos, donde los 12°C podrían llevar a los ejemplares a alcanzar el tamaño idóneo a los tres años o menos.
“Independiente de lo anterior, estimamos que en el intertanto se podrían cosechar ejemplares de menor tamaño, de forma que los responsables vayan haciendo caja en el camino”, apunta el investigador de la UACh.
La propuesta nacida desde las mentes de los investigadores del Instituto de Acuicultura es que ellos realicen la producción de semillas y juveniles, la etapa más delicada del proceso, “y que la preengorda y engorda la realicen los pescadores artesanales en pequeñas jaulas ubicadas en sus áreas de manejo”, apunta Paschke. ¿Cuáles son las ventajas de esta iniciativa? Por un lado, la especie no se ve afectada por la marea roja y, por lo tanto, serviría como alternativa económica a los pescadores cuando vean prohibida la extracción de moluscos.
En una primera instancia, los ejemplares pueden ser alimentados por descartes pesqueros y/o moluscos, “que es lo que comen en su medio natural”, apunta el investigador, destacando que, al final, este recurso no entraría a competir con otras especies de cultivo. Por el contrario, “es diversificación acuícola pura”, recalca el investigador.
Por mientras no se concreten algunas de las actividades anteriores, en los laboratorios que la UACh tiene en Puerto Montt seguirán conociendo más detalles de una especie reconocida mundialmente por su sabor único. Paschke está tranquilo. Sabe que pronto el valor de la unidad extraída será muy similar a la cultivada. Desde ahí, el atractivo por producir este crustáceo crecerá como la espuma.