Según la OMS, la fibromialgia es una enfermedad del SNC y periférico, que en la actualidad ha ido en aumento, principalmente en el sexo femenino y que puede presentarse en cualquier edad.
Por definición es un trastorno caracterizado por dolor musculoesquelético generalizado, acompañado de fatiga, problemas del sueño, memoria y alteraciones del estado anímico. En algunos individuos se evidencia la sintomatología inespecífica. Esto ocurre porque hay áreas del cerebro que están encargadas de regular las sensaciones y el dolor, que no están funcionando de manera adecuada.
No existe un estudio específico para poder diagnosticarla, y es por ello que los médicos se centran en los síntomas, además de los ya señalados las personas que la padecen pueden presentar hormigueo en manos y pies, colon irritable, rigidez, depresión y ansiedad crónica.
¿Cómo se produce?
No hay una causa definida, pero se ha determinado su relación con el aumento de sustancias químicas en el cerebro que transmiten la señal de dolor. A veces esto se puede ocasionar por un traumatismo severo, o por el estrés crónico, ya que los cambios emocionales severos pueden llegar a afectar la forma en que se comunica el cuerpo con la médula espinal y el cerebro. En menos ocasiones se ha podido relacionar con infecciones o factores genéticos.
¿Cómo se detecta?
El médico reumatólogo hace un examen físico minucioso, principalmente para descartar una enfermedad reumatoidea o dolor de origen no muscular.
¿Cómo se puede tratar?
No hay una cura para la causa, por lo que se tratan los síntomas, que afectan la calidad de vida del paciente, esto principalmente centrado en analgésicos, antidepresivos, ansiolíticos y terapia física.
Sin embargo, hoy en día toma fuerza la medicina complementaria, que aborda al individuo de manera integral, considerando un cambio en el estilo de vida, desde la alimentación antiinflamatoria, fitoterapia, yoga o pilates, aromaterapia científica, entre otras.
Mi propia experiencia como persona que padece esta patología, ha sido relevante en descubrir el significado de relacionar el cuerpo con las emociones, descubriendo estas terapias complementarias y sobre todo reconocer la calidad de vida que uno lleva cotidianamente, con alta exigencia física y mental, no darnos tiempo para respirar, meditar y hacer cosas que nos gustan “porque no nos alcanza el tiempo”.
La invitación es para la familia y el entorno directo de los que padecen esta enfermedad, para comprender que no está somatizando el estrés, que no se queja de manera exagerada, sino más bien, que cada día que se levanta lo hace con esfuerzo y ganas de empezar una nueva vida sin dolor, con la sensación de haber descansado, con energía y motivación de vivir la vida.
Autor: Mg. Mónica Gutiérrez N., Escuela de Enfermería