Cada mes de octubre, los centros de salud y las redes sociales se tiñen de rosa con el distintivo lazo. Sin embargo, más allá de las campañas, el cáncer de mama sigue siendo la primera causa de muerte oncológica en mujeres en Chile. A pesar de los avances médicos y del acceso progresivo al diagnóstico, seguimos enfrentando una realidad dolorosa: muchas mujeres llegan tarde al sistema de salud, cuando la enfermedad ya se encuentra en etapas avanzadas. Incluso la mortalidad es mayor en mujeres de menor edad.
Las estadísticas no son para nada alentadoras. La incidencia es de 38,2 casos por cada 100.000 habitantes, siendo la sobrevida de un 80,8%, por lo que se debe trabajar para aumentarla a través de diferentes estrategias de promoción, prevención y detección temprana.
No hay datos actuales de la realidad local, pero en el año 2022 hubo un aumento significativo de los diagnósticos de cáncer de mama en la Región de Los Lagos, siendo las comunas más afectadas por el aumento de fallecimientos en este período, Osorno, Puerto Montt, Puerto Varas, Castro y Ancud.
A pesar de que para este año se estima que se realizarán alrededor de 5.640 nuevos diagnósticos de cáncer de mama en Chile, hablar de prevención no es solo referirse a la mamografía. Es, sobre todo, promover una cultura del autocuidado, derribar mitos y garantizar un acceso equitativo a la detección precoz, iniciando con el autoexamen de manera rutinaria. En nuestro país aún existe una brecha importante entre mujeres de diferentes niveles socioeconómicos, evidenciándose una sobrevida mayor en las mujeres que pertenecen a Isapre en comparación con las que pertenecen al sistema público, el cual por programa debe iniciar este examen imagenológico a los 40 años. Mientras algunas pueden acceder con facilidad a controles preventivos y tratamientos de última generación, otras dependen exclusivamente de la atención pública, donde las listas de espera o la falta de información retrasan diagnósticos que podrían salvar vidas.
El examen de mama anual y el autoexamen mensual siguen siendo herramientas simples, pero poderosas. Sin embargo, requieren educación y acompañamiento. Muchas mujeres aún sienten miedo o vergüenza al realizarse una mamografía, y en zonas rurales la disponibilidad de equipos sigue siendo limitada. Esto nos recuerda que la prevención no es solo responsabilidad individual: es una tarea colectiva y estatal, donde la salud pública debe garantizar oportunidades reales de detección temprana para todas.
También es urgente que, como sociedad, avancemos en la conciencia comunitaria. Los medios de comunicación, las escuelas y los lugares de trabajo deben transformarse en espacios donde hablar de salud mamaria sea tan natural como hablar de nutrición o ejercicio. El cáncer de mama no distingue edad ni condición social, pero sí se puede vencer si se detecta a tiempo.
Hoy, más que nunca, necesitamos pasar del discurso a la acción. No basta con usar un lazo rosa en octubre; la verdadera prevención ocurre los doce meses del año, porque cada examen realizado a tiempo es una oportunidad de vida ganada.
Mg. Mónica Alejandra Gutiérrez Nova
Subdirectora Escuela de Enfermería
UACh Sede Puerto Montt