La idea de gestionar las realidades locales de Puerto Montt y Puerto Varas, especialmente en lo que respecta a su crecimiento urbano, es una idea que merece una especial atención. Lo anterior, en función delas efectividades de los objetivos proyectados en la iniciativa, así como las razones que generan el planteamiento.
En función de esto último, resulta importante señalar que durante los últimos años, la mayoría de las comunas en Chile se han comportado como unidades políticas con escasa comunicación y coordinación respecto a otras comunas vecinas. Diferencias políticas e ideológicas entre Alcaldes de distintas bancadas, así como la ausencia de una mirada de futuro de las respectivas comunas basada en la construcción profesional –y no instrumental– de indicadores de calidad de vida asociadas al desarrollo humano, han generado no sólo una oleada de malos instrumentos de planificación, sino también una forzada e improductiva identidad de competencia y discriminación entre los habitantes de comunas vecinas.
Al respecto, y como contramirada, y en buena parte de los países desarrollados, las urbes han decidido– especialmente aquellas que se sitúan en áreas metropolitanas– compartir experiencias en lo que respecta a la gestión de sus respectivas realidades, mostrándose receptivas a la hora de escuchar planteamientos y activas a la hora de presentar los suyos a otras. Esta mirada colaborativa, se debió a un cambio de paradigma en el modelo de desarrollo multidimensional de esas sociedades, pasando de una mirada expansionista que usufructuaba del territorio a una que buscaba limitar su expansión territorial a través de la instalación de un modelo de planificación territorial basado en la cooperación que proyecta a las urbes a un período de 50 años en función de la materialización de índices de calidad de vida muy superiores a las proyecciones lineales asociadas a la expansión demográfica y territorial. Sin embargo, lo fundamental para que esta mirada tuviera éxito fue que estas acciones, desarrolladas en su mayoría en el marco de sistemas de gobiernos de tipo federal, se presentaron como leyes que generaban obligaciones para las autoridades de dichas urbes. De esta forma, el crecimiento inteligente y armónico de las ciudades no quedaba en la voluntad de las autoridades, sino en la obligatoriedad de la norma jurídica.
Ha sido en función de esta realidad, que en esas sociedades se han instalado sendas políticas públicas destinadas a generar un crecimiento armónico e inteligente de las urbes, y así evitar que los problemas existentes en una se trasladen a las otras y no puedan ser gestionados en virtud del encarecimiento de las soluciones. En ese sentido, la comunicación y coordinación de las urbes respecto a las problemáticas comunes, tanto existentes como las emergentes, han permitido no sólo la adopción de acciones que reducen el impacto negativo de sus problemas, sino que han ayudado a generar caminos alternativos que subsanan y corrigen otros, produciéndose un camino de tipo virtuoso que tributa en forma recíproca a las comunidades que conforman la metrópolis.