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Desde la llegada de los grupos humanos al continente americano hace por lo menos 14.000 años, los sitios arqueológicos de tipo conchal han estado presentes en las costas Pacíficas. Cientos de miles de conchales existen en las costas de Chile, Argentina, Perú, Brasil, Ecuador y todos los países costeros de América. Guardan información valiosa sobre el pasado humano y sus variados contextos culturales y climáticos. Desafortunadamente, los conchales, así como muchos otros sitios arqueológicos, están bajo peligro de desaparecer debido al desarrollo urbano e incremento del nivel del mar.
En este tipo de registro arqueológico, el sedimento se compone principalmente por restos de conchas de moluscos, acumuladas por la acción humana, donde además se pueden encontrar artefactos, ecofactos, rasgos y restos óseos humanos. En Arqueología, los artefactos son elementos obtenidos de la naturaleza y modificados por los seres humanos para cumplir diversas funciones; ecofactos son restos de elementos bióticos (plantas o animales) o abióticos (piedras, minerales) no modificados, pero recolectados y utilizados; y entre los rasgos destacan restos de fogones antiguos, estructuras habitacionales o funerarias.
La mayoría de estos conchales se ubica cercanos a la costa y están asociados al desconche de moluscos, pero también es posible encontrar acumulaciones de conchas con material cultural varios kilómetros al interior, producto de la acción humana de transporte y depositación. La gran visibilidad y conservación de esos sitios arqueológicos facilita su estudio, pero también los expone a la recolección no autorizada de material arqueológico, acto penado por la ley de Monumentos Nacionales 17.288, y que poco a poco provoca la desaparición de valiosas piezas para la reconstrucción del pasado de todas y todos.
Los conchales pueden tener desde un espesor de pocos centímetros, ser montículos de varios metros de alto, hasta incluso tener una extensión de cientos de metros cuadrados. Las actividades humanas asociadas a estos tipos de sitios son diversas, pero se pueden agrupar en actividades domésticas de procesamiento de recursos naturales y confección de herramientas junto a áreas habitacionales de larga o corta duración, y/o actividades de connotación ritual como el entierro de un difunto o reuniones sociopolíticas.
Otro elemento relevante de los conchales es la transformación química y estructural que generan en los sedimentos que los rodean. La acumulación antrópica de conchas genera una superficie de baja acidez por el carbonato de calcio, de mayor elevación y más seca lo cual favorece el asentamiento humano y permiten una mejor conservación de elementos orgánicos que normalmente se descomponen con el tiempo. De esta forma, los conchales arqueológicos son como baúles con tesoros de nuestra cultura y naturaleza pasada. Su estudio permite responder preguntas sobre dieta humana, uso de los recursos naturales, tecnologías desarrolladas, dinámicas de uso de los distintos espacios costeros, biodiversidad pasada y cambio climático, entre otros. Si desaparecen o son destruidos, todo este conocimiento también desaparece y se destruye.
Los conchales son marcadores estratigráficos de la presencia humana y revelan dinámicas relaciones ecológica a lo largo de miles de años. Son parte del paisaje costero y referente ancestral para sociedades actuales costeras y marinas. Están legalmente protegido, sin embargo, esto no es suficiente. Es nuestro deber como sociedad conocerlos para valorarlos, y así mismo local y comunitariamente protegerlos y estudiarlos. La costa está llena de secretos, los conchales son uno de ellos… Pueden parecer sólo una pila de conchas que a nadie le importa, pero su composición, antigüedad, forma y señales químicas entre otras características, pueden hablar de historias ambientales, culturales, políticas y sociales de hace miles de años. No hay libros para tanta antigüedad, pero si conchas recogidas del mar.
Carola Flores, es académica de la Escuela de Arqueología de la Universidad Austral de Chile Sede Puerto Montt, Directora alterna del Núcleo Milenio UPWELL, investigadora del Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas CEAZA y académica de la Escuela de Arqueología de la Universidad Austral de Chile