En estos días queremos parecernos al dios Jano con una cara mirando al pasado y, con la otra cara mirando esperanzado que podemos comenzar de nuevo y con ello dejar atrás las incertidumbres y pesares que han afectado nuestras vidas durante el año 2020.
Sin embargo, no podemos dejar atrás las experiencias vividas sin haber sacado lecciones y aprendizajes que nos permitan hacer más probable el futuro deseable; que no es otra cosa que el mejor futuro posible para nuestro país y comuna.
Nosotros que somos parte de la Corporación Puerto Montt Superior, sabemos que lo aprendido nos debe guiar para resignificar muchos aspectos esenciales de la vida universitaria y, por cierto, nuestro rol frente a las nuevas generaciones de jóvenes que vendrán a contribuir al desarrollo de nuestro territorio.
Hemos aprendido que la desigualdad social es un aliado fundamental para el avance y penetración del covid – 19, especialmente en los sectores más desvalidos de las sociedades, generando una profundización de la ya desigual distribución de los costos y riesgos sociales.
Hemos aprendido que el rol de Estado no puede seguir siendo minimizado y, por ello, se hace urgente lograr modernizar seriamente la gestión pública, permitiendo así poder avanzar en la configuración de la anhelada cohesión social.
Hemos aprendido la importancia del bien común, y que es necesario reestablecer los lazos de un sentimiento de comunidad el que se fue perdiendo frente a la vorágine de un individualismo desatado, el cual arraigado en una suerte de inmunidad subjetiva nos está mostrando la conducta que al final queda cuando no hay cultura cívica ni compromiso con la ética pública.
Hemos aprendido que en tiempos de crisis los liderazgos en todos los niveles de decisión política son cruciales para lograr que los países puedan navegar en tiempos turbulentos. Y que frente a la creciente desconfianza de la ciudadanía respecto del sistema político se hace trascendental que los jóvenes que formamos en nuestras instituciones, internalicen la importancia que tiene para un país contar profesionales que aporten al logro de una cultura de la integridad en todos los espacios laborales donde se inserten.
Espero que hayamos aprendido que un país se desarrolla en la medida que se aprende a vivir en comunidad y libertad, como nos enseñó Hannah Arend.