El desprestigio que la ciudadanía reconoce en la clase política encuentra en forma recurrente nuevos elementos que la justifican y que validan el alejamiento que hoy existe. Recientemente, y a partir de una investigación periodística, se denunció que el Partido Socialista invirtió en la Bolsa de Valores buena parte de los recursos que obtuvo del FISCO como indemnización por los bienes que le fueron expropiados durante la dictadura. Algunos críticos han señalado que esta decisión demuestra una inconsecuencia por parte del PS al ocupar al mercado como factor para aumentar su riqueza, lo que a mi entender demuestra una gran ignorancia por parte de los que señalan este argumento, ya que evidencian no conocer en esencia la ideológica del socialismo y sus fines. No obstante, lo que sí es criticable respecto a la decisión de inversión del Partido Socialista está en el hecho que sus inversiones se hicieron sobre factores productivos en los que parlamentarios de su bancada tienen la obligación de fiscalizar y legislar, condicionándose con ello el valor de las respectivas acciones. Así entonces, e independiente al reproche ético que se le puede hacer al PS relativo a invertir en empresas que hoy están imputadas de ser parte del financiamiento ilegal de la política y sobre las que pesan acusaciones de corrupción, lo que queda en evidencia es que en la decisión de inversión del PS se observa una conducta que va en contra de la probidad y del sentido de bien común que se la ha de exigir a todos los Partidos Políticos, y que en el caso del Partido Socialista, fue validado por las distintas mesas centrales que han liderado el Partido.
Publicación: La Tercera 12.05.2017 pág. n° 8 «Correo»