El 18 de diciembre se celebra el Día Internacional del Migrante declarado el 4 de diciembre de 2000 por la Asamblea General de Naciones Unidas. Fecha que para nadie puede pasar desapercibida. Tú, yo probablemente hemos sido migrantes en más de una ocasión, porque nos trasladamos de ciudad y residencia, porque nos mudamos de un país a otro…en fin.
Nadie dijo que migrar es fácil, menos si las causas son externas y forzosas (crisis climáticas, políticas, sociales, etc.), pero además te enfrentas a una nueva situación donde el país que recibe tiene códigos y dinámicas distintas a las de tu país de origen y en el cual muchas veces los prejuicios y discriminación son parte de la rutina diaria.
En estos casos los medios de comunicación y las instituciones públicas y privadas juegan un rol fundamental a la hora de enlazar al migrante con la comunidad. En ciertas ocasiones hemos visto cómo se tacha al migrante en situación irregular como un migrante “ilegal”. Pero entendemos que ningún ser humano es “ilegal”, menos por un estatus migratorio.
Así, la discriminación estructural está basada en discursos de odio y desconocimiento del proceso migratorio. La libertad del movimiento es innegable. Por lo tanto, el desafío no es abrir fronteras para una migración desordenada como algunos catalogan, de hecho, hoy no existe la migración sin fronteras o sin límites. El punto está en reducir las fuentes estructurales de ésta, tales como la pobreza, violencia y delincuencia y mejorar las herramientas de integración en los países de acogida.
La migración irregular es multicausal. Y hoy en día los principales migrantes en nuestro país provienen de Venezuela, Perú y Haití, países cuya situación socio política es compleja, atraviesan diversas crisis, por lo que migrar se hace necesario, casi por subsistencia.
Y cuando un país no abre las puertas, siempre hay ventanas por donde entrar, porque resistir para vivir es un derecho humano, no es ilegalidad.
La filósofa Gayatri Spiviak (2009) define el concepto de subalterno como “el lugar donde resulta difícil revertir la función de subalternidad. A quien tiene dificultades para vivir, le preocupa más sobrevivir que hablar” (p.37). Es decir, se entiende que el ser subalterno no es un sujeto o un grupo de individuos en sí, sino más bien responde a la invisibilidad de estos en el espacio local. En este caso, los inmigrantes irregulares no son subalternos como categoría de inmigrantes, sino más bien son subalternos porque no se les da voz al interior del país. Es decir, no sólo no pueden hablar frente al resto de la sociedad chilena, y no digo “hablar” literalmente, sino más bien en su forma representativa y, además, están enfocados en “sobrevivir” en el sistema. Un sistema que por lo demás no está pensado para la población migrante vulnerada en términos de inclusión social.
Hoy más que nunca la democracia se garantiza desde los derechos humanos, por tanto, toda persona es digna de vivir…… en paz, lejos de cualquier estigma.
…la migración como un proceso de derecho pleno, libre de signos y discriminación.
Evidencia El Llanquihue 29/12/22