Se han publicado los primeros resultados de las postulaciones a la educación superior, y con ello inicia una renovación en los procesos educativos para muchos y muchas jóvenes de nuestro país. La educación superior resulta ser un periodo de conexión entre la vida de un estudiante a la vida de un o una trabajadora, es un momento trascendental dirán algunos, y no dejan de tener razón, sin embargo, no es un momento determinante, y esto lo digo sin temor.
Tal vez como muy pocos, yo decidí de muy pequeña que quería ser cuando “grande”. A los ocho años fui por primera vez al teatro a ver la obra Pinocho de la compañía La Troppa, fue ahí cuando decidí que yo no servía para espectadora y quería estar en el escenario. En ese momento inició mi carrera como actriz; a los once empezaron los talleres de teatro en el colegio, a los dieciséis en Balmaceda 1215 (hoy Balmaceda Arte Joven), y finalmente luego de dos PSU fallidas en las que no pude entrar a las escuelas de teatro tradicionales, ingresé a la escuela de teatro de una universidad privada; una excelente escuela con un gran costo asociado. Sin embargo, sin haberlo planeado, el día que egresé de la escuela de teatro finalizó mi carrera como actriz, más no como trabajadora del teatro, ya que llegué con esta herramienta a diversas escuelas formales y no formales, por ejemplo, un centro de privación de libertad para adolescentes.
En todo este camino estudié de manera autodidacta otras técnicas artísticas como la danza, el muralismo, la música y la poesía popular. En este transcurso, han sido muchas mis inquietudes, sin embargo, ha sido la gestión cultural la que ha abrazado todos mis días desde que estaba en la universidad, pues me dediqué a ello sin saberlo. Finalmente, estudié un Magíster en Gestión Cultural, disciplina que me llevó a trabajar en la Universidad Austral de Chile, Sede Puerto Montt en el proyecto “Arte y Cultura en el Sur Austral” (AUS2095), donde en la actualmente estoy a cargo de la Dirección de Vinculación con el Medio, sin dejar de lado disciplinas artísticas que sigo cultivando en distintos espacios.
Al igual que yo, son muchas las personas que estudiaron una carrera y luego se dedicaron a otra cosa, similar o totalmente distinta, o incluso que tienen carreras paralelas como el caso de la actriz estadounidense Natalie Portman con un doctorado en Psicología Educativa en Yale, y sin ir más lejos nuestra Gabriela Mistral que ejerció como profesora y también fue una gran poetisa y diplomática o Nicanor Parra quien fuera anti poeta, físico y matemático. Existen un sinfín de personajes que con su experiencia nos vienen a decir que la vida nos basta para hacer y ser todo lo que queremos, y que los resultados de esta postulación no determinan un futuro, sino que abren un nuevo camino, a veces con más barreras de las que esperamos, pero siempre fecundo si lo hacemos desde la vocación y la disposición a crecer y aprender.
Entonces, la pregunta no debería ser qué quiero ser cuando grande como si una carrera nos determinara para siempre transformándonos en un producto final, más bien, les invito a orientarse a un ¿quién quiero ser en el mundo?, ¿qué quiero hacer por mi entorno? ¿Qué quiero hacer por mí? y finalmente ¿qué herramientas necesito para hacerlo?, ahí comienza el camino; en una universidad, en un instituto, en un trabajo, etc.
Bien lo dijo Antonio Machado “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”, lo importante es caminar; Porque a lo largo del camino te das cuenta de que no había forma de hacer la carrera más corta, ni más fácil, que todo tiene sentido y aprendizaje, y que, por lo tanto, en lo que a esto respecta, no hay caminos errados.
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