Chile, desde el punto de vista jurídico, es un Estado unitario. No obstante, y durante años, esta condición parecía una retórica de mal gusto cuando se analizaba y se comparaba la realidad entre regiones. Aysén es un ejemplo clásico de esto. La distancia con el centro provocaba que las políticas dirigidas hacia la zona estuvieran por años contaminadas con un asistencialismo que no potenciaba de manera efectiva el desarrollo. Afortunadamente, esto se ha ido modificando con los años, evidenciándose algunos cambios que deben profundizarse a fin de ir potenciando con el tiempo la diversificación de los servicios y los factores productivos dentro de la región.
En ese sentido, y sin dejar de mirar el contexto espacial de la zona, el Estado debe mantener y ahondar su presencia en la región de Aysén, pero no sólo con la instalación de servicios e instituciones de carácter público sino también a través de la generación de condiciones que permitan mejorar los niveles de crecimiento y el desarrollo económico de la región, pero siempre desde una mirada local.
De este modo, e independiente a los esfuerzos que algunos han realizado a la hora de aprovechar algunas innovaciones u oportunidades de negocio, es fundamental que en la zona se potencie la formación del capital humano propio de la región.
La instalación de la Universidad de Aysén es un valioso aporte a este objetivo y es de esperar que con el tiempo ayude a que la identidad de la región se perpetúe a través de profesionales que decidan quedarse en la zona y que puedan contribuir de manera efectiva en su desarrollo.