A propósito de la relevancia mediática que han atraído casos que tienen como protagonistas a diferentes asociaciones municipales, parece oportuno empezar a conversar sobre esta figura institucional que es en gran parte desconocida por la ciudadanía. En efecto, casos como el de la Asociación de Municipalidades para la Seguridad Ciudadana de la Zona Oriente de Santiago o el de la Asociación Chilena de Municipalidades con Farmacias Populares nos llaman a reconocer la importancia de saber más del rol que desempeñan estos actores públicos.
Esta figura interinstitucional responde a un fenómeno que viene llamando la atención de la academia y agencias públicas de todo el mundo y que se conoce como colaboración intermunicipal. Ya sea para resolver problemas que superan los límites jurisdiccionales, para buscar economías de escala o para representar intereses comunes, los gobiernos municipales acuerdan voluntariamente cooperar. Así, estas alianzas facilitarían la consecución de resultados que no serían factibles si actuaran de forma independiente, lo que se vuelve especialmente relevante cuando se trata de municipalidades con escasos presupuestos y bajas capacidades institucionales.
En Chile, donde encontramos antecedentes de este fenómeno ya en la primera parte del s.XIX, la ley faculta su materialización a través de convenios intermunicipales o creando un organismo independiente. Este último es el caso de las asociaciones municipales que pueden contar con personalidad jurídica propia y de derecho privado. Estas asociaciones pueden tener un carácter territorial, como las que reúnen a los municipios de la Provincia de Llanquihue, a los municipios de la Provincia de Osorno o a los municipios de Chiloé; o un carácter temático, como aquellas destinadas a la gestión ambiental, desarrollo económico, el turismo, manejo de residuos o los recursos naturales compartidos.
Por todo lo anterior, la cooperación intermunicipal se reconoce como una buena práctica de gestión local, pero esto no quiere decir que su operación no presente desafíos. ¿Cómo medir sus impactos? ¿Cómo asegurar su rendición de cuentas? ¿Cómo potenciar su vinculación con la ciudadanía? Son desafíos que rodean al fenómeno en todo el mundo y que para ser resueltos requieren de la voluntad de las propias asociaciones, pero también de otras agencias públicas, de la academia y la propia ciudadanía.
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