La diabetes es una enfermedad metabólica y silenciosa, caracterizada por el aumento sostenido de los niveles de glucosa en sangre. En Chile, afecta aproximadamente al 14% de la población, y su crecimiento ha sido exponencial en los últimos años. Lo más preocupante es que, actualmente, ya no se trata exclusivamente de un problema de adultos o personas mayores: jóvenes e incluso niños enfrentan un diagnóstico que hace tiempo parecía impensado. Este fenómeno está estrechamente relacionado con factores de riesgo asociados a la dieta y el sedentarismo, elementos que se han arraigado profundamente debido al ritmo de vida acelerado y a los cambios propios de la modernidad.
Existen diferentes tipos de diabetes: la tipo I o infantojuvenil, la tipo II y la diabetes gestacional. Sin embargo, la diabetes tipo II es la más común, responsable de cerca del 90% de los casos y principal causante de complicaciones visuales, renales y neuropáticas, las cuales deterioran significativamente la calidad de vida de quienes la padecen.
Ante este panorama, surge una pregunta fundamental: ¿qué sucede con los estilos de vida desde edades tempranas para que esta enfermedad afecte cada vez más a niños y jóvenes? Los datos epidemiológicos resultan cada vez más alarmantes. Mientras que antes la diabetes tipo II afectaba principalmente a adultos y personas mayores, hoy su incidencia aumenta en paralelo con el crecimiento de la obesidad infantil, un problema que se ha convertido en una verdadera epidemia.
Nuestros estilos de vida, sin duda, nos están enfermando. La alimentación ultraprocesada, caracterizada por altos niveles de azúcares, grasas saturadas y aditivos, junto con el sedentarismo y la falta de tiempo para el autocuidado, han generado el escenario perfecto para la expansión de esta enfermedad. No se trata solo de decisiones individuales; es también un reflejo de un entorno social y económico que promueve el consumo rápido, fácil y poco saludable desde edades muy tempranas.
La evidencia científica confirma que el crecimiento de esta enfermedad crónica se debe, en gran parte, al desconocimiento sobre el autocuidado durante la infancia y la adolescencia, etapas cruciales para el desarrollo de hábitos saludables. A lo largo de la vida, se reproducen patrones y conductas aprendidas que pueden perpetuar el riesgo de enfermedad. Por ello, resulta urgente repensar la forma en que alimentamos, educamos y acompañamos a nuestros niños y jóvenes, priorizando la salud y el bienestar integral.
En definitiva, la concientización sobre este tema es crucial y debe ir acompañada de un llamado a la acción colectiva. Como sociedad y como escuela de enfermería de la Universidad Austral de Chile, sede Puerto Montt, lo tenemos claro y estamos comprometidos en formar profesionales empoderados en la promoción de la salud y prevención de la enfermedad, con miras en esta temática e impulsar cambios profundos en los estilos de vida, que incluyan políticas públicas integrales, educación continua y apoyo familiar. Solo así podremos evitar que la diabetes siga aumentando, afectando cada día a más personas y generando mayor discapacidad de manera temprana y progresiva.
Cuidarnos no es una opción, es una necesidad urgente. La prevención de la diabetes debe ser una prioridad para construir un futuro más saludable y equitativo para las próximas generaciones.
Escrito por: Erica Tatiana Calbucura, Mg. Salud pública, mención Gestión en Salud, Docente Escuela de Enfermería, Universidad Austral de Chile, Sede Puerto Montt.