Generalmente escuchamos hablar de drogas y alcohol asociadas a población de recursos limitados o escasos. Pero ¿Qué pasaría si les digo que esto no es como se cree?
En el mundo se ha normalizado e invisibilizado el consumo de diferentes sustancias, desde cafeína hasta cocaína. Sin considerar la transversalidad del fenómeno que es el Consumo Problemático.
Debo reconocer que fui uno de aquellos que creía de forma muy firme en este constructo, hasta que conocí el trabajo que se realizaba con personas que consumían sustancias y alcohol. En el contexto de mi trabajo en el Centro Clínico y Comunitario UACh, he conocido una realidad tan obvia y normalizada, que pasa desapercibida: el consumo más allá del estrato socioeconómico.
He trabajado con personas en situación de calle, trabajadores de clase media y gerentes de departamento de empresas de la región. Conozco de primera fuente la realidad y los efectos del consumo y no, no importa el dinero que tienes o tu nivel educacional.
Dejar una sustancia que nos ha acompañado por tanto tiempo, sentirse o estar solo contra el mundo, modificar aquello que se ha repetido por años, no es fácil.
Pero basta un poco de trabajo en conjunto para lograr avances y desmitificar aquello que puede ser la mayor herida de nuestra historia de vida.
Puede ser que nunca dejemos de consumir aquella sustancia, que sigamos manteniendo normalizado el consumo, que sigamos viendo publicidad referente a carretes y alcohol, pero debemos recordar que aquello que se ve tan lejano, puede estar más cerca de nosotros, sin importar lo que tenemos o nuestro nivel educacional. Un día sin consumo puede ser muy poco para algunos, pero para otros es un gran sacrificio.