El debate en torno al autismo ha generado históricamente profundas controversias. En este terreno de complejidad interdisciplinar, las distintas disciplinas (genética, neurociencias, psicología, psicopatología, psicoanálisis…) entran en tensión e incluso en conflicto, como haciendo eco a este trastorno caracterizado por el no reconocimiento de la existencia del otro.
El Autismo se define como la dificultad en la creación, instauración y representación de los vínculos que nos conectan con los demás. Pero el autismo es una especie de “vía final común” para la cual existen infinitas formas de llegar; existirán niños para los cuales las razones biológicas serán más fuertes que las medioambientales y viceversa. Es por ello que no tiene sentido obsesionarse con “la causa”; más vale focalizarse en el desafío terapéutico, es decir, ocuparnos en realizar un diagnóstico precoz (1er año de vida) y preocuparnos por el sufrimiento mental de estos sujetos, lo que significa explorar su mundo interno, conocer la naturaleza de sus emociones y los mecanismos a los que recurren para protegerse de las fuertes angustias que experimentan.
En Chile el interés hacia el diagnóstico de los trastornos del espectro autista se ha expandido rápidamente, al igual que en muchos lugares del mundo. En Francia, luego de que el autismo fuera declarado gran causa nacional en el año 2010, la exposición mediática multiplicó las controversias y las polémicas se tornaron violentas ¿Qué consecuencias podría tener en nuestro país este “protagonismo” del TEA que parece sobrepasar el campo de la salud y penetrar en el ámbito social? Para el tratamiento de los sujetos autistas no nos será útil movilizarnos en una “lucha” respecto a las posibles causas. Tampoco es efectivo extender excesivamente el espectro, olvidando que esta etiqueta abarca cuadros clínicos extremadamente diferentes y que esta suerte de “reducción” a un TEA opaca la particularidad de los sujetos.
Más allá de los diversos y disonantes enfoques, enfrentamos un importante desafío cultural. Recordemos que la ONU establece que cualquiera sea la causa fisiológica de una discapacidad, los obstáculos que interpone la sociedad al acceso de las personas a sus derechos fundamentales, constituyen una parte importante de la misma discapacidad.