La etapa que estamos viviendo en estos momentos en el mundo entero, nos tiene de cabeza. La prueba de contraste que se nos presenta a todas nuestras organizaciones tanto públicas como privadas y por sobre todo al tejido productivo chileno es tremendo.
Aquí se han puesto en sobredicho las debilidades empresariales que deben ser mejoradas y la falta de políticas públicas en innovación e industrialización. Sin embargo, el horizonte no se ve muy halagüeño a la hora de mirar el proyecto de ley del Presupuestos 2022, con una importante baja en la ejecución presupuestaria en programas y partidas en innovación, ciencia y tecnología. Consignar que Europa ha puesto el foco en la sostenibilidad medioambiental y la digitalización con los Fondos Europeos de Recuperación. Ruta que por lo demás deberíamos seguir.
Así y todo, es necesario reconocer que parte importante de la solución está en la industria y parte del camino a recorrer es la digitalización para escalar y conquistar competitividad en el mercado, mejorando posiciones a nivel nacional e internacional. Esto significa trabajar la metamorfosis del tejido productivo. Pero ¿Y qué hacemos con lo urgente como la cuenta de resultados?
En un universo de permutaciones constantes, lo más significativo es la transformación. ¿Qué puede haber más inaplazable que invertir en tu competitividad? Debemos de reconocer que atrás ha ido quedando el miedo a cambiar y esto ha quedado de manifiesto si observamos que las compañías más tecnificadas han tenido un mejor rendimiento. También debemos de consignar que no se trata de generosidad por parte de los directivos empresariales, sino de poder competir con herramientas como la nueva red 5G y el Edge Computing que brinda al sector empresarial e industrial nuevas y mejores formas de extender la eficiencia operante, perfeccionar el rendimiento y la seguridad, computarizar todos los procesos comerciales de manera centralizada, y avalar un recurso “always on”, que se traduce en que “datos a la mano es la consigna” y los dispositivos de IoT (Internet de las cosas) y servidores periféricos locales son ejemplos de ello.
Debemos aprehender que la transformación digital es en el fondo un cambio en la manera de laborar y de actitudes en el día a día y las grandes empresas están avanzado hacia modelos más complejos de gestión de la innovación y “encaminarse en crear una cultura de la innovación a ajustarse en la creación de valor”, y de apostar en la plasticidad a como una medida más concreta como lo es el EBITDA/Valor (Díaz y Acevedo, 2021). Hoy con urgencia debemos de hallar en la industria soluciones reales para problemas reales.