La crisis sanitaria y ecosocial que enfrentamos ha influenciado considerablemente nuestra manera de relacionarnos con el saber y el quehacer educativo. Por ello, es oportuno reflexionar respecto a lo que ocurre con la educación matemática e identificar sus desafíos, para proyectar oportunidades de transformación.
La educación matemática -en la modernidad líquida como dice el filósofo Z. Bauman- está llamada a no abandonar la noción de conocimiento útil para toda la vida. Hemos advertido que el proceso educativo matemático se ha centrado fundamentalmente en el desarrollo de las habilidades instrumentales y en la matemática en su versión más simbólica (saber, saber hacer) relegando la formación en ciudadanía y bienestar común, a través de las matemáticas. Esto significa que el conocimiento matemático debe orientarse al saber vivir y convivir, a lo que agregamos de manera importante el saber sentir y actuar sobre las propias circunstancias. El proceso de enseñanza del saber matemático y su recontextualización, son relevantes cuando existe pertinencia territorial y cuando se pone como escenario central la construcción de ciudadanos comprometidos, con capacidad crítica, empatía e influencia en sus entornos. Aceptamos que ello implica un enorme desafío.
En este contexto, uno de los impactos más significativos de la pandemia ha sido la revalorización del trabajo docente y del aprendizaje matemático, como experiencias que son colectivas y socioemocionales. La realidad de esta crisis -que evidencia la enorme desigualdad educativa y ha generado una sobrecarga laboral docente abrumadora- nos desafía a cada minuto, aunque al mismo tiempo nos invita a innovar y resignificar la profesión, concebirla como una oportunidad para la reflexión dialógica sobre la propia experiencia y buscar nuevos saberes y prácticas pedagógicas, así como nuevas estrategias didácticas, pero poniendo siempre por delante, el bienestar de los y las estudiantes y sus comunidades. Esto es fundamental, en un campo como la educación matemática; sin embargo, la inmensidad de este desafío no debe pensarse individualmente, sino muy por el contrario, de manera colectiva e interdisciplinar, abordando la formación inicial docente y el ejercicio mismo de la profesión, desde los diversos territorios y niveles educativos, urbanos y rurales, formales e informales. Pensar la pedagogía como una experiencia en movimiento, para transformarse y transformar es una gran oportunidad.
Con esta visión, como Escuela de Pedagogía en Matemáticas de la Universidad Austral de Chile, desarrollamos el pasado 13 de noviembre y con mucho éxito, el primer encuentro de profesores y profesoras de matemáticas, que tuvo la participación de docentes de distintos niveles y contextos, así como estudiantes de pedagogía. De esta forma, se generó un espacio de comunidad, entre quienes vemos este desafío como un espacio para resignificar nuestra profesión de educadores matemáticos. La necesidad de compartir, aprender y creer, pero también de co-crear oportunidades para colaborar y ser parte protagónica de este proceso de cambio.
Finalmente, extendemos la invitación al segundo encuentro el próximo 11 de diciembre a las 17 horas. Informarse en el sitio web de Pedagogía en Matemáticas y en redes sociales de la UACh.