Uno de los elementos característicos de la globalización es la instalación y modernización de la denominada “sociedad del conocimiento”. La posición clásica de esta teoría señala que la educación es la clave para hacer frente a los cambios que se van produciendo en las distintas sociedades, convirtiendo a la educación en un factor esencial a la hora de alcanzar el desarrollo. Sin embargo, y en función de la validación que esta teoría alcanzó con los años, las sociedades modernas se han visto en los dilemas de cómo lograr posicionar la necesidad de educar y formar capital humano avanzado, sin que este esfuerzo signifique una fuga de talentos hacia realidades locales mejor posicionadas en lo económico, y, qué hacer ante los altos niveles de desempleo para un grupo importante de personas altamente instruidas que no son capaces de ser absorbidos por un mercado laboral que no ha evolucionado a la velocidad que sí lo ha hecho la sociedad del conocimiento.
Ante esto, y como elemento corrector, las Universidades, Institutos y Centros de Formación Técnica, tienen un rol fundamental. Esto es así, ya que los centros de educación superior no sólo tienen como misión la formación profesional de personas, sino también ser un agente de cambio y direccionador de la realidad social, convirtiéndose en actores claves en la dinámica que se da a la hora de evidenciar distintas problemáticas.
Esto bien se ha entendido en la región de Los Lagos. Lo anterior, en virtud de la invitación que hizo la Gobernación Provincial de Llanquihue a las instituciones de educación superior de la zona y por la cual se busca transformar a Puerto Montt, a partir de la “Mesa Puerto Montt Superior”, como un polo de desarrollo en lo que oferta académica y servicios a la comunidad educativa refiere.
En este sentido, las respuestas a los dilemas que ofrece la actual “sociedad del conocimiento”, pasan necesariamente por entender que el desarrollo de un territorio debe estar ligado a una activa interacción con los centros de educación superior, ya que éstas son y serán las principales proveedoras del capital humano, tanto de las tradicionales necesidades sociales, así como de los nuevos procesos de producción, transmisión e innovación que la zona requiere.
Es en ese contexto, y como respuesta a los dilemas enunciados, la innovación y el emprendimiento, entre otros, son herramientas que hoy se identifican como necesarias y que deben estar presentes en la oferta de educación superior en la zona, ya que éstas contribuyen a poner de manifiesto la existencia de nuevas realidades, nuevos problemas y nuevos vacíos, los que requerirán, a su vez, la incorporación de nuevos profesionales capaces de ofrecer respuestas a estos desafíos.
El virtuosismo de esta relación, y que supera cualquier sesgo político, no sólo maximiza las posibilidades de un desarrollo de un territorio, sino que aporta a la propia descentralización del país. Lo anterior, en virtud que un mercado laboral que es sensible a la innovación y que se adapta a las necesidades del territorio permite mantener al capital humano en la zona, generando una identidad profesional en el territorio que es deseable y que actualmente se muestra difusa ante la necesidad de muchos de proyectar su futuro en zonas que actualmente ofrecen mayores posibilidades.