La conmemoración del 8-M tiene sus inicios hace más de 100 en Europa en demandas por mejores condiciones laborales para las mujeres y el rechazo a la gran guerra. Sin embargo, su internalización desde 1975, al igual que su revitalización en los últimos años por una serie de movimientos feministas (como el Ni una menos, el #metoo, o el colectivo LASTESIS por nombrar algunos), solo demuestra la vigencia que tienen hoy las demandas por la equidad de géneros y el fin a la violencia contra las mujeres de los feminismos actuales. Ahora bien, el surgimiento de figuras de redes sociales apologistas de masculinidades tóxicas y de prácticas conservadoras machistas y hasta homófobas, sugieren que persiste en nuestros tiempos una limitada comprensión del valor de una sociedad sin violencia de géneros. ¿Pero nos afectan estas lógicas de opresión a los hombres y, si es así, qué posibilidades activas de acción podemos encontrar para nosotros en los feminismos?
Es por esto que vale la pena recordar la Campaña de Lazo Blanco. Esta surge hace 30 años, en la Escuela Politécnica de Montreal en Canadá, luego que un hombre de 25 años decidiera que las mujeres no eran dignas de estudiar ingeniería, por lo que asesinó a 14 de ellas en los patios de la universidad, hiriendo de paso a varios de los compañeros que trataron de ayudarlas. Esta campaña, con presencia hoy en 60 países, fue fundada por tres ingenieros sobrevivientes de la matanza en honor a sus amigas, novias y compañeras desaparecidas, quienes desde entonces aunaron esfuerzos en promover masculinidades no violentas para terminar la violencia contra las mujeres.
La Campaña del Lazo Blanco nos recuerda que la violencia contra las mujeres es por definición una fuerza destructiva incontrolada, y que la creencia de que sus víctimas son exclusivamente mujeres es pura ingenuidad machista… Pese a todo, existen muchas formas de promover una sociedad sin violencia, ni discriminación de género, sea desde nuestros lugares de trabajo, estudio, o en nuestros espacios privados, sin embargo, esta historia es una que debiese hacernos reflexionar a cada hombre este 8-M.
*Agradecimiento a colega Prof. Alejandra Sánchez por comentarios al texto original.