Hablar de desarrollo sostenible se ha puesto de moda. No importa si no hago mucho, pero estoy sintonizando con las tendencias sociales, físicas y digitales. Hablo de lo que todos hablan, así desarrollo mi sentido de pertenencia, podría señalar Abraham Maslow.
La ONU, en el año 2015 elaboró la agenda 2030 y se propusieron trabajar 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible; lo que da cuenta, que tiene una mirada internacional. Casi más que objetivos, podríamos inferir que son como sueños, ya que hablan de poner fin a la pobreza, al hambre, garantizar la vida sana y el bienestar, la educación inclusiva, igualdad de género, energía, crecimiento económico, ayudar a desarrollar la industria (en eso estamos en el Instituto de Gestión e Industria en UACH, Puerto Montt), reducir la desigualdad, ciudades, consumo y producción sostenibles, cambio climático, cuidar los mares y recursos marinos y bosques, promover sociedades justas.
Todas estas actividades parecen de cuidado y sentido común, sin embargo, nosotros los seres humanos, a veces, carecemos mucho de eso. El llamado para todos es a cambiar, algo tan común y ya declarado por Heráclito ya por el 500 a.C. “Lo único constante es el cambio” ; sin embargo, somos muy reticentes a esto y lo mencionaba, ya Edgar Schein en los años´80. Por esto, es que debemos ver más allá de lo que nuestro flojo cerebro nos permite, recordemos que él siempre está buscando los caminos más cortos para solucionar los problemas y la neurobiología lo confirma. Si los cambios nos cuestan, aunque sepamos que son positivos para la vida diaria, es porque trabajamos en contra de la habilidad de nuestro cerebro de formar hábitos y ahí está la clave. Debemos atarearnos en los cambios buscando estrategias que nos permitan formar acostumbramientos para alinearnos con algunos de los objetivos de desarrollo sostenible, juguemos a empezar por casa, desarrollando una estrategia (plan de acción) que permita hacer un cambio, reciclemos lo más fácil, pongámonos una meta cada semana de ir a dejar los materiales al punto verde, en familia. Busquemos información de economía circular y hagamos pequeñas fichas y dejémoslas sobre la mesa principal, así, cada persona que llegue al hogar podrá leerlas y saber que son personas que están alineadas con el bienestar de todos. Estrategias fáciles, hechas en familia, formación de nuevos hábitos, nos darán la oportunidad de colaborar con un mejor desarrollo sostenible, enfocados en lo social, económico y ambiental. Sin duda, la vida de todos será más linda si ayudas a tener un mejor planeta y eso beneficiará también, sin lugar a dudas, tu vida personal, que es a fin de cuentas, los que más te importa, ¿o no?