Tuve el privilegio de asistir durante dos días a la XVIII Convención Nacional del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, que se llevó a cabo en la Universidad de Talca. Mi participación en este evento se debe al cargo que ocupo desde hace un año en el Consejo Regional de Cultura de Los Lagos, donde represento a las instituciones de educación superior de la región. Esto lo hago en mi calidad de Directora de Vinculación con el Medio de la Universidad Austral de Chile, sede Puerto Montt. Sin embargo, más allá de mis títulos y responsabilidades, me considero esencialmente una trabajadora de la cultura. Es en este rol, el más significativo para mí, que me presento a participar en las discusiones que cimentan las bases de la Arquitectura del Ecosistema Cultural de nuestro país, como bien lo expresó Noela Salas Sharim, Subsecretaria de las Culturas y las Artes.
La convención tenía como directriz principal el análisis de la cultura, el arte y el patrimonio como bienes públicos esenciales para el desarrollo sostenible y su impacto sociocultural. Este enfoque refleja la convicción de que la cultura atraviesa todas las dimensiones de la vida de las personas. Al reflexionar sobre este tema, es inevitable realizar un análisis léxico de los términos propuestos para la discusión. Palabras como «sostenible» e «impacto» se convierten en conceptos clave para el desarrollo actual del sector cultural y patrimonial.
¿Qué significa, entonces, un desarrollo sostenible en el ámbito cultural y patrimonial? Según la Subsecretaria del Patrimonio, Carolina Pérez Dattari, una institución fortalecida con una gestión sostenible es aquella que tiene la capacidad de tomar decisiones que envejezcan bien, es decir, una gestión que sea a prueba de futuro. Este enfoque no solo implica preservar el patrimonio para las generaciones futuras, sino también garantizar que las prácticas culturales y artísticas actuales contribuyan a un desarrollo inclusivo y equitativo.
El concepto de sostenibilidad en la cultura abarca varios aspectos. No se trata únicamente de la conservación de monumentos y tradiciones, sino también de promover la innovación y la adaptabilidad en las prácticas culturales. En este sentido la educación se torna en un área fundamental y fértil para establecer las bases de la sostenibilidad del patrimonio, y ante esto, cabe resaltar el trabajo que ha llevado a cabo la subsecretaría del patrimonio hacia la consolidación de una política de educación patrimonial (PEP) nos confirma que hay una mirada de futuro que involucra a la sociedad de manera transversal y en todas sus generaciones, considerando que la educación es un eje que involucra toda la vida de una persona, de manera que esta política debe aportar a la formación de una conciencia cultural y patrimonial desde temprana edad.
La educación patrimonial emerge como un pilar fundamental para un desarrollo cultural sostenible. La creación y fortalecimiento de museos escolares, de la mano del profesor Pablo Fábrega y la corporación RED por el Patrimonio Cultural de la región de Los Lagos, es un ejemplo claro de cómo podemos integrar la educación y el patrimonio. Estos espacios no solo preservan la memoria histórica, sino que también fomentan el aprendizaje activo y la participación de las comunidades en la conservación de su patrimonio.
Es necesario desarrollar programas educativos que incluyan visitas a museos, talleres interactivos y proyectos de investigación que involucren a estudiantes y docentes, desde la educación parvularia hasta la educación superior y de postgrado, en los ámbitos formales y no formales, tanto en la academia como en la ciudadanía. Esto no solo enriquecerá su conocimiento y apreciación del patrimonio cultural, sino que también les inculcará un sentido de responsabilidad y compromiso con su preservación.
La XVIII Convención Nacional del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio fue una oportunidad invaluable para reflexionar sobre el estado actual y futuro del sector cultural en Chile. En mi rol como trabajadora de la cultura, valoro profundamente estos espacios de discusión y colaboración. Es esencial que continuemos trabajando juntos para construir un ecosistema cultural que no solo celebre nuestra diversidad y riqueza patrimonial, sino que también sea resiliente y sostenible a lo largo del tiempo.
La cultura, el arte y el patrimonio son más que meros objetos de conservación; son el alma de nuestra identidad y el motor de un desarrollo humano integral y sostenible. Debemos seguir avanzando hacia una gestión cultural que sea inclusiva, innovadora y, sobre todo, sostenible, para que las futuras generaciones puedan disfrutar y aprender de nuestro legado cultural tanto como nosotros lo hacemos hoy.
Es mi esperanza que estas reflexiones contribuyan, en este nuevo “Día de los Patrimonios”, a un entendimiento más profundo de lo que significa un desarrollo sostenible en el ámbito cultural y patrimonial, y que juntos podamos continuar fortaleciendo este sector vital para el desarrollo de nuestra sociedad.