El 26 de agosto se conmemora el día del profesor Normalista, como una forma de reconocer el trabajo y la vocación de tantas y tantos maestros y maestras que recorrieron los distintos caminos y rincones de nuestro hermoso país, llevando en sus manos la pasión por enseñar y aprender, albergando en sus alforjas un sin fin de libros ansiosos de contar a niños y niñas sobre mundos desconocidos e infinitos y de cantar los poemas de Gabriela, Pablo y Vicente.
La formación pedagógica en Chile fue una preocupación de la nueva república que nacía, con el propósito que los ciudadanos accedieran a la luz que el conocimiento y la razón ilustrada les traía, “Post tenebras Lux”. Fruto de esta necesidad, se creó la Escuela Normal de Preceptores de Santiago el 14 de junio de el año 1842, la más antigua de Hispanoamérica, a cargo del pensador, político y educador Don Domingo Faustino Sarmiento.
El rol fundamental que debía tener la Escuela Normal para Sarmiento es SER un:
“establecimiento central en que se formen los preceptores, se estudien y aprendan los métodos y se preparen y se practiquen las reformas necesarias para la mejora de la enseñanza…”
En el año 1853 se crea La Escuela Normal de Preceptoras, que significó todo un precedente en educación, transformándose desde una mirada histórica en unas de las primeras políticas que permitían el acceso de mujeres a la educación, con lo cual no solo los varones podían ejercer la docencia. En esta misma perspectiva, la necesidad que más sectores de la sociedad chilena accedieran a la educación, impulsó la creación de nuevas Escuelas Normales en todo lo largo de nuestra geografía: Iquique, Copiapó, Antofagasta, La Serena, Curicó, Talca, Victoria Chillán, Valdivia; Angol y Ancud.
La formación integral de los y las futuras maestras y maestros se puede observar en los primeros programas de estudio, el ideal del humanismo mediatizado por los avances de la ciencia, contemplaban el acceso a diversos conocimientos a través de asignaturas: saber leer y escribir con perfección, gramática y ortografía castellana, nociones generales de historia, geografía descriptiva, dogma y moral religiosa, aritmética comercial y dibujo lineal. Posteriormente se incorporaron conocimientos referidos al dibujo natural, música vocal, investigación de la vacuna, nociones generales de agricultura, redacción de correspondencia, contabilidad, geometría, física y química.
LA ESCUELA NORMAL RURAL DE ANCUD
Con 9 profesores y profesoras y en dependencias del Liceo Coeducacional, el 10 de abril de 1931 se inauguraron las clases en la Escuela Normal Rural de Ancud, hasta este año en el sur austral del país no existían escuelas de formación de profesores, su creación permitió que niñas provenientes de todos los rincones del extremo sur llegaran a Ancud, para formarse como profesoras, con el propósito de atender a los niñas y niños de zonas rurales de las diversas provincias. Fue solo a partir del año 1952, que varones comenzaron a formarse en la Escuela Normal de Ancud.
Particularmente en Ancud, la formación de las Profesoras Normalistas incorporaba en su plan de estudios junto a asignaturas científico-humanistas, conocimientos sobre artesanía y educación agropecuaria, como una forma de reconocer las necesidades del contexto socio cultural de sus futuros estudiantes.
Las Escuela Normales fueron cerradas el año 1973, bajo la dictadura de Augusto Pinochet.
Al regreso a la democracia, y como un homenaje vivo a las profesoras y profesores normalista que sirvieron a nuestro país, entregando sus afanes y empeños a la formación de cientos de miles de niños y niñas a lo largo de nuestra patria, se decretó el año 2005, que el día 26 de agosto, fecha en que se conmemora la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria, será reconocido oficialmente como el Día del Profesor y Profesora Normalista.
En el marco de una sociedad globalizada, en donde prevalece la razón técnica (tekne) mediatizada por una sociedad de consumidores y no de ciudadanos, los desafíos que hoy enfrentan las Universidades y sus respectivas Facultades de Educación y carreras de pedagogías, requiere hoy más que nunca, beber de la tradición pedagógica de nuestro país, SERVICIO, PASIÓN POR ENSEÑAR, COMPROMISO SOCIAL, FORMACIÓN INTEGRAL son de una u otra manera el ideario que formó por generaciones a Normalista en todo Chile, y que requieren ser recogidos por las Casas Formadoras para la educación de los futuros profesores y profesoras de nuestro país.
¡Enseñar con la actitud el gesto y la palabra! Gabriela Mistral