Han pasado casi 40 años desde que comenzó el cultivo de salmones en el mar. Inicialmente las jaulas eran pequeñas y de madera, construidas por los propios operarios de los centros de cultivos, y los centros se ubicaban en sectores protegidos de los vientos. En la medida que la salmonicultura ha ido avanzando en el tiempo, los centros de cultivos se han ido ubicado en sectores más expuestos y el número de peces ha incrementado, debido a que las jaulas también han incrementado su tamaño, lo que aumenta el riesgo de escape de peces.
Aún cuando el escape de peces en Chile no genera el daño ambiental que provoca en los países del hemisferio norte, donde los salmones de cultivo pueden afectar seriamente el desempeño genético de los salmones silvestres al cruzarse con salmones domesticados, las pérdidas económicas generadas por los siniestros en las jaulas pueden ser cuantiosas, dependiendo del tamaño en el que se encuentren los salmones escapados.
Como una forma de combatir el escape de peces por problemas de diseño u obsolescencia del material y de las estructuras que los contienen, se han incorporado estándares técnicos con los que deben cumplir los materiales y estructuras utilizadas en las jaulas y fondeos. Es así como, en Noruega, por ejemplo, en 2004 fue implementada la regulación que establece los estándares técnicos que deben cumplir los centros de cultivos en el mar (NS 9415). Esta norma establece los requerimientos específicos para el diseño de las jaulas, redes-jaulas y fondeos, entre otros, que sean capaces de soportar las fuerzas ambientales que afectan a los centros de cultivos (vientos, olas y corrientes). En 2015 fueron también desarrollados estándares técnico para minimizar el escape de peces en Escocia, estableciendo los requisitos técnicos para las estructuras de los centros de engorda en mar, poniendo especial énfasis en la capacitación de los profesionales que participan en estas operaciones.
Posterior al escape masivo de 690.000 salmones del Atlántico desde un centro de engorda de la empresa MOWI, ocurrido en 2018, la autoridad nacional decidió poner foco en la normativa que rige el escape de peces. Es así que a partir de 2018, la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura (Subpesca) realizó acciones para finalmente implementar normas que regulen los estándares técnicos con los que deben cumplir los centros de cultivos emplazados en el mar, en base a estudios encargados a instituciones externas, lo que permitió que se promulgara este 18 de agosto la Resolución Exenta Nº1821, “que establece la metodología para el levantamiento de información, procesamiento y cálculo del estudio de ingeniería, y especificaciones técnicas de las estructuras de cultivo”, con la cual se espera se minimice este tipo de siniestros que afecta a los centros de cultivos y estructuras flotantes, producto de la fatiga y obsolescencia de material, falta de mantención, problemas en la instalación de las estructuras e instalaciones, o definitivamente porque los sitios no cumplen con las condiciones de seguridad para su operación.
La certificación de las estructuras y de los profesionales que participan en la construcción y fondeo de los sistemas de cultivo, establecida previamente por otros países, ha permitido minimizar los siniestros generados por las fuerzas de la naturaleza, minimizando el escape de los peces. Esto además permite que las empresas aseguradoras cuenten con herramientas que les permitan exigir estándares mínimos para restar los riesgos de siniestros que generan los escapes de peces.
Por otro lado, al contar con información respecto a la descripción oceanográfica y batimétrica de los sitios en los cuales se emplazan los centros de cultivo y con información acerca de la intensidad de las fuerzas ambientales que los afectan, se podrán categorizar los centros de cultivo según el nivel de riesgo que presentan y establecer los resguardos que deberán tomar para minimizar los siniestros frente a fuerzas ambientales extremas.
Sin embargo, importante es contar con los profesionales que cumplan con las competencias requeridas para realizar las certificaciones establecidas por la normativa, ya que se requerirá de una importante oferta de servicios para atender a todos los centros de engorda operando en el mar, concentrados en las tres regiones de la zona sur austral, además de las concesiones de cultivos sin operar, las que al 2012 totalizaban 1.224 concesiones según lo reportado por Subpesca. Aparentemente, los únicos profesionales que calificarían para realizar este tipo de certificaciones son ingenieros navales, ingenieros pesqueros e ingenieros oceánicos. La carrera de ingeniería en acuicultura está descontinuada en la mayoría de las universidades que las impartían, y la formación profesional estuvo principalmente centrada en temas biológicos más que en ingeniería dura, salvo algunas excepciones. Frente a este actual escenario, se requerirá contar con profesionales que puedan resolver los desafíos que enfrenta la industria del salmón, y las universidades y centros de formación profesional deberán atender a estas necesidades.