He leído de todo en relación con el comportamiento de un grupo económico que se repartió la suma de más de 90.000 millones en utilidades y de paso se acogió a la ley de protección de empleo; consignemos eso sí, que es sólo una pequeña parte de sus miles de trabajadores, mas, no por eso menos importantes.
Una columna que leí decía, que los “mercados se basan en la buena fe”. Reflexiono en torno a la noble mirada del comienzo del escrito, y repaso los años que llevo en el mundo laboral y, les digo, que he visto casi de todo.
El vendedor iluso
Recuerdo una vez a un vendedor que fue a cobrar un cheque protestado a un cliente y éste le dijo que no tenía ningún documento protestado. El vendedor le pasa el cheque al cliente, para demostrarle que era verdad, y éste se lo come. Dulce y agraz final para una deuda comercial.
Así mismo, veo un sinfín de escritos relacionados con el comportamiento de la banca en relación con el escaso apoyo a las empresas y personas, destacando que las tasas hipotecarias tocan sus valores máximos en los últimos once meses. Las supuestas repactaciones con tasas costo cero (eso sí, incluyendo el costo de la inflación) no han sido muy prolijas, por lo menos, hasta el momento. Podemos destacar responsablemente, en contrasentido, que las tasas de créditos comerciales anotaron sus menores valores desde julio de 2010.
En el mercado real es difícil encontrar sana competencia; una vez escuché que Warren Buffet dice que él estaría en las afueras de una iglesia pidiendo limosna si existiera la competencia perfecta. Así, vemos como un empresario arrienda un lugar para hacer una megafiesta y aduce que no sabía ni de flyers, ni de cantidades de personas, luego, con arresto domiciliario, lo fiscalizan y él andaba, supuestamente comprando.
A muchos, o a casi todos, si no les marcan la cancha, sacarán a flote su «éthos (moral), pathos (experiencia) y logos (razón) particular», sin pensar en el bien común, sino que en el bien de sus bolsillos; Son sus poderosas raíces filosóficas las que primarán en su actitud y conducta, y si no hay control, el egoísmo primará por sobre el bienestar ajeno. Los tiempos ya no están para tanto iluso en el mercado. Este actuar basado en su propio yo, nos exige, hoy en día, una moral (moralis) en cada ser humano de mayor estándar, lo que conllevaría a una sociedad más amable y responsable.