Cada cierto tiempo la opinión pública se conmociona frente a algún caso de abandono y maltrato que está ocurriendo hacia personas mayores. En estos días las miradas y preocupaciones de la comunidad se han dirigido sobre el caso de un adulto mayor que ha sido abandonado a su suerte en las calles de Puerto Montt, y que ha movilizado a distintas organizaciones a buscar algún mecanismo que permita abordar con alguna solución dicho caso.
Sin embargo, la situación de esta persona mayor no es una situación aislada, más bien el abandono de personas mayores en el país es una realidad violenta y dramática que tiende a estar en la opacidad en nuestra sociedad.
En Chile la cifra de personas sobre los 60 años está cercana a los 3 millones de personas, un porcentaje no menor de ellas vive en condiciones de alta vulnerabilidad social, lo que permite decir que Chile no es un territorio que permita y garantice a sus ciudadanos a envejecer con dignidad y como sujeto de derechos.
Miles de personas mayores en el país viven en el abandono, soledad y vulnerabilidad. Esta realidad se hace más dramática con aquellos que superan los 80 años de edad. El abandono severo para este sector de la población alcanza al 4 % del total.
Es casi un sitio común resaltar como la esperanza de vida de la población ha ido en aumento sostenido en los últimos años y que ello nos sitúa – se afirma con orgullo – en resultados equivalentes a los países desarrollados. Ello es cierto. Pero también es una gran verdad que superar los 80 años viviendo en la pobreza y abandono no es precisamente algo que nos deba orgullecer como país, el cual exhibe un PIB sobre los US$ 20.000 dólares per cápita, como nos gusta destacar en forma persistente. Pues es precisamente aquella población que tiene sobre 80 años, la que presenta la mayor tasa de suicidios del país.
Los adultos mayores abandonados en la pobreza no son casos aislados. Hagamos visible la cifra: son más de 200 mil adultos mayores que viven en la pobreza y cerca de la mitad en la indigencia absoluta. Y otro porcentaje importante de esta población está en un nivel precariedad y vulnerabilidad tan alta que apenas cubre sus necesidades mínimas.
La tendencia nos señala que esta situación no mejorará en la medida que la mayoría de las personas que se están jubilando en la actualidad, reciben pensiones no alcanzan a la mitad de lo que hoy se paga como sueldo mínimo en Chile.
Mientras no abordemos esta realidad bajo un enfoque de derechos, no podremos abordar integralmente una realidad que no ha sido asumida como política de Estado en el país.