Con el resultado que arrojó el plebiscito, y que significó el aplastante triunfo del Apruebo y de la Convención Constituyente, la clase política empezará a evidenciar el grave problema que le significó haber postergado las posibilidades de los independientes en lo que será la próxima elección de las personas que redactarán la nueva Constitución.
Esto es así, ya que el Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución, y a través de la implementación del método D´Hondt como mecanismo electoral que se utilizará para elegir a los constituyentes, buscó perpetuar y garantizar el poder de los partidos políticos en el nuevo escenario político y social que generará una eventual nueva Carta Magna. Lo anterior, en función que el método D´Hondt minimiza las posibilidades electorales de los candidatos que son verdaderamente independientes al ser un método que está hecho para maximizar la representación de los partidos políticos.
De esta forma, y ante el escenario post plebiscito, algunos líderes de partidos han señalado que las posibilidades de participación que tendrán los independientes existirán a partir de la “generosa oferta” que les harán y que permitirá que ellos puedan competir desde el interior de sus listas.
A mí entender, el sólo hecho de plantear esta posibilidad como una alternativa -considerándola como una opción que tendría el potencial de corregir el egoísmo con el que los partidos políticos armaron el proceso constituyente- evidencia no sólo lo alejado que está la clase política de la realidad y del sentir social, sino también deja de manifiesto la nula disposición que la mayoría de los partidos tuvieron a la hora de armar un verdadero y legitimo proceso constituyente.