Jenifer Villa Velásquez
Enfermera. Escuela de Enfermería. Universidad Austral de Chile, Sede Puerto Montt, Chile.
Marzo 2020, se inicia un nuevo año académico para futuros enfermeras/os, aún terminando asignaturas del año 2019 debido al estallido social en Chile, un despertar del pueblo y los sentidos en varios aspectos, que golpeó nuestro largo y angosto país. El COVID-19 llega como guinda de la torta a coronar y completar un escenario de incertidumbres, desconfianzas y disconformidades. En esta atmósfera comenzamos a enseñar a distancia, a través de soportes digitales, desde nuestras casas, dictando clases a una pantalla negra, con silencios incomodos, vergüenzas y por qué no decirlo angustias y tristezas. Durante las primeras semanas me ahogaba un sentimientos de añoranza por la asistencia clínica, culpa y sensación de inutilidad, sumado a esto las exigencias propias del trabajo y el hogar. Pasé la primera etapa del duelo, realizando clases con desgano y menos pasión que en el aula, cuestionando mi rol, asistiendo a algunos webinar de interés.
Así llegue a un taller de proceso creativo de la compañía de teatro “La Otra Zapatilla”, como una estrategia motivacional y de autocuidado. Se preguntarán qué relación tiene esto con enfermería, ya les explicaré. En el taller teatral trabajamos con la Obra “Hamlet” de Willian Shakespeare, un grupo diverso de personas, de distintas edades, regiones y ciudades. Guiados por actores comenzamos a leer el texto e inevitablemente fui comparando la obra con lo que me estaba pasando. En este golpe de realidad, en la 1º escena del V acto yo era Hamlet, en una lucha interna, de frente, cara a cara con una verdad absoluta, desagradable, angustiante, con desilusión y frustración, ¡este año ya no sería como otros! ¡no podría completar los objetivos académicos propuestos!, ¡tendrían que haber ajustes!, ¡postergar el desarrollo de competencias!, pero había algo más profundo y transformador ¡yo debía cambiar como docente!, quizás ser menos exigente conmigo y los demás, flexibilizar en cosas que ya no tenían el mismo valor y sentido. Así seguí sumergiéndome en la narrativa cruda, realista y atemporal de la obra. Surgieron temáticas importantes de analizar y conversar, las injusticias, prejuicios, el machismo, la melancolía, las lealtades etc…Temas que me recordaron mis años de enfermera clínica, mis vivencias personales, ahora cobrando más sentido.
La Pandemia como un catalizador ha dejado al descubierto muchos de nuestros eternos problemas sociales; el cuidado de la salud mental, la violencia a la mujer e infantil, la desigualdad y discriminación. El virus al igual que la imagen fantasmagórica del rey, padre de Hamlet, llegó a demostrar la fragilidad humana, a generar confusión y en un intento de adaptación nos aferramos por mantener una “normalidad”. Lo cierto es que después de esto ya nada será igual. Para algunos ha terminado en tragedia para otros ha sido un buen remezón. En el taller al compartir y estar en el rol de estudiante, con gente joven, incluso de la misma edad de mis alumnos, fui entendiendo sus miedos, sentimientos frente a las dificultades vividas y el pesar compartido por el aislamiento y el confinamiento.
Tal cual como decían mis profes Maira y Oscar, actuar es un ejercicio de empatía constante y nosotros las/os enfermeras/os sabemos la relevancia de esta intención y capacidad dentro del ejercicio profesional. Mi estado de ánimo comenzó a mejorar, tenía la prueba viviente de que es posible enseñar y aprender con pasión por medio de una pantalla, yo lo estaba recibiendo a través de mis profesores artistas y compañeros. Durante el taller fui aprendiendo que era necesario dejar fluir mi conciencia, liberar la tensión, no tener miedo a la exposición, evitar pensar y preocuparme, además de poner a disposición de la escena mi autobiografía, lo que soy. Esta lección la fui aplicando en mis clases y en la interacción con mis estudiantes y colegas, intentando transferir energía y optimismo. Advirtiendo también los hechos positivos; como los grupos de personas que se han organizado con solidaridad para acudir en la ayuda de los más vulnerables, el equipo de salud que pese a las dificultades ha respondido a las exigencias. No ha sido fácil, pero he decidido ser agradecida y aferrarme a mis pasiones, una de ellas es la docencia del arte de enfermería, que hoy más que nunca ha tenido un rol protagónico en esta historia distópica que nunca pensé ver y vivir.
Seguí avanzando fueron dos meses de trabajo de texto, reescritura, e interpretación. Fue inevitable comparar el proceso creativo con mis vivencias y rol docente. Es sublime percibir las similitudes que tenemos con otras disciplinas, que concebíamos muy diferentes, pero ahora de forma empírica he comprobado que es cierto la explicación recibida por el Dr. Ayala sobre los patrones de conocimiento de Enfermería “si bien el contenido de las disciplinas (knowledge) puede ser comparativamente distinto o tener distintas orientaciones o énfasis, es posible que las formas de conocer (knowing) sean similares a nivel individual”.
Hoy al igual que una escritora o dramaturga tengo la responsabilidad de crear un mundo, el mundo de la enfermería que mañana otros recorrerán, tengo el deber de esforzarme por cambiar las formas de entregar contenido y tal cual un actor se dispone al servicio de la escena, yo estoy disponible para seguir enseñando, en el escenario actual, pero pretendo tener un rol activo y ser la directora de esta gran obra, me encargaré de vigilar que todos los elementos estén presentes en la escenografía, de apoyar y contener a los actores y de asegurar que la luz apropiada nos permita brillar a todos. A veces tenemos que decidir entre ser o no ser…. Hoy decido ser