Transitamos por tiempos complejos, en los cuales lo político y la política transformaron las formas de mirar nuestras realidades cotidianas desnaturalizando aquello que no es parte de “normas naturales determinadas por la ley de la biología”, sino que emanan de construcciones sociales y culturales inequitativas, incesantes a lo largo de la historia, instauradas por el patriarcado y perpetuadas por grupos sociales que conservan el poder desde antaño tanto en América Latina como en nuestro país.
En virtud de ello, desde nuestros lugares de trabajo, valoramos las transformaciones sociales y culturales que el movimiento feminista logró a nivel internacional y en Chile. En este sentido, nos sumamos a las voces de las mujeres chilenas y del sur, acogiendo todas las diversidades que nos constituyen.
En particular, agradecemos la apertura y contribución del movimiento feminista de mayo de 2018, movimiento que se levanta desde el agenciamiento de mujeres movilizadas por una educación NO SEXISTA Y DE CALIDAD, demanda que se extiende a la sociedad chilena, afecta a las nuevas generaciones, y amplía las posibilidades de un mundo desgenerizado donde todas, todos y todes vivamos en igualdad de derechos, más allá de nuestra condición de género.
Valoramos de manera destacada la labor del -trabajo- doméstico y de los cuidados, el cual culturalmente, y no de manera “natural”, fue asignado a las mujeres. Nos distanciamos del feminismo liberal que confía en la igualdad de oportunidades posibilitadas por el mercado porque creemos que el mercado, o el ámbito del trabajo asalariado, no es el único lugar en el cual se debe visibilizar la igualdad y la justicia entre los géneros.
Nos oponemos al despojo del tiempo de las mujeres que en muchas ocasiones participamos en espacios de trabajo asumiendo dobles jornadas que se extienden al trabajo doméstico y de cuidados.
En esta dirección, hacemos un llamado a las nuevas generaciones de mujeres para organizar sus vidas en función del tiempo que destinan para sí mismas, y no sólo a otros: hijos, hijas y parejas. El tiempo de ocio y gratificación personal es fundamental para una salud y salud mental satisfactorias. Por siglos entregamos a otros nuestro tiempo para cumplir con los mandatos patriarcales que someten a las sociedades y nos obligan a organizar nuestras vidas bajo la estructura de un ordenamiento heteronormativo que designa encima de nuestros deseos y voluntades a quién y cómo debemos amar, o nos exige seguir el camino de la maternidad para realizarnos como mujeres opacando las múltiples formas de alcanzar nuestras aspiraciones.
Llamamos a ampliar el concepto de -trabajo- porque creemos férreamente que -trabajo- no es sólo aquel que se hace por un salario y, en consecuencia, es urgente integrar las dimensiones que lo componen: la dimensión pública y la dimensión privada, a modo de comprender las múltiples y diferenciales necesidades que tenemos trabajadoras y estudiantes, y todas las mujeres que participamos en lo público y en lo privado.
Este 8M, ad portas a un plebiscito para un cambio constitucional, estamos por la paridad de género. Ya no es posible silenciar nuestras voces, y el mundo y la sociedad que queremos no se pueden pensar prescindiendo de la visión que aportan en estos espacios las mujeres de nuestro país.
Tampoco se nos puede excluir de pensar y hacer, somos quienes transitamos desde una doble consciencia: lo personal es político, pero lo personal también es teórico. Por consiguiente, desde estos lugares contribuimos además a la generación de conocimiento y destacamos la labor que realizan todas las mujeres trabajadoras y estudiantes dentro de nuestra institución universitaria, más allá de la labor académica en sí misma.
Al visibilizar a las mujeres igualmente se visibilizan las opresiones y la marginalidad que encarnan otros grupos sociales minoritarios: pueblos originarios, disidencias sexuales, niños/as/es, ancianes, entre otros. Con estas minorías articulamos nuestras reivindicaciones que reclamamos superen el mero reconocimiento cultural conquistando la igualdad de derechos y equidad económica y social.
Celebramos los avances jurídicos y legislativos que penalizan la violencia contra las mujeres, un ejemplo claro es la promulgación de la ley Gabriela que tipifica como femicidio los casos en que el agresor mantenía un vínculo afectivo con la víctima. Sin embargo, rechazamos las palabras del presidente de la república de Chile, quien replica y reproduce de manera inconsciente el imaginario social androcéntrico que responsabiliza a las mujeres de la violencia machista y patriarcal que históricamente sufrimos.
Aun cuando las mujeres somos afectadas diferencialmente por los patriarcados, en función de las opresiones y privilegios que cada una de nosotras encarna, somos capaces de articulamos y tejer reivindicaciones colectivas considerando nuestras diversidades.
Hoy, nos situamos desde nuestro lugar de trabajo, el Instituto de Psicología de la Universidad Austral de Chile, para conmemorar el día internacional de la mujer y su hito fundante. No obstante, también abogamos por una educación no sexista y de calidad que vincule las diversas realidades sociales, y desde ahí enfatice y valore las múltiples contribuciones de las mujeres hemos realizado a la sociedad y al espacio universitario, aportes que históricamente han sido ignorados por la pluma que escribe la historia.
Ximena Oyarzún P.
Marcia Oyarzo A.
Paulina Echeverría
Nataly Placencia T.
Alejandra Sánchez C.
Lorena Márquez M.
Puerto Montt, 6 de marzo 2020