Mucho se ha comentado sobre los efectos de esta pandemia y sus repercusiones: ¿Cuántas personas se contagiarán, qué efectos tendrá sobre ellas, etc.? Para luego, a partir de allí, plantearse quizás una de las preguntas más frías pero que al final, a su mayoría afecta y, la que, sin embargo, dado lo que ocurre, es tal vez de las más obvias en términos de actividad económica, ¿cómo afectará a la Patagonia o, a sus principales centros nodales?
Para responder esto último, soy de la opinión que se debe acercar la mirada a una perspectiva que involucra las relaciones de intercambio, en tal sentido, hay que abordar tres aspectos; el cómo se afectan las relaciones productivas y, en especial, cuán sensibles son los intercambios que se generan a nivel nacional en términos de compra y venta de bienes y servicios; por otra parte, ver cómo repercutirá en el empleo nacional y regional, para luego aterrizar en sus implicancias más locales, que es lo que nos interesa.
Desde la perspectiva Nacional, habría que situarse en lo que venía mostrando la economía hasta el año 2018, pues en el 2019 con el estallido social de octubre, se produce un quiebre importante que incluso amenazó con afectar a las compras navideñas y bueno, ya sabemos que luego se hace presente a nivel mundial este virus, lo que a la postre significan prácticamente 5 meses de constantes fluctuaciones para las distintas economías.
Hasta ese entonces, a nivel nacional se observaba que los motores de desarrollo venían dados por los sectores agricultura, silvicultura, ganadería y caza, minería, construcción, comercio, servicios financieros y actividades empresariales. Así, por ejemplo, observábamos que cuando la minería mostraba algún cambio en su demanda final, se afectaba a la industria, la electricidad, distribución de gas y agua, y estos a su vez, a sectores como, construcción y este a comercio, servicios financieros, la producción de madera, etc. Incluso la economía desde mediados de los 90 hasta aproximadamente el año 2006, inclusive ya en el año 2010, aún mostraba una estructura productiva -en términos del cómo se hacen las cosas, a lo que se suma también cierta forma de eficiencia y de sensibilidades productivas-, similar a las de economías desarrolladas. Por desgracia, desde mediados de los años 2000 y en especial desde el año 2010, incluso se puede decir que, hasta la fecha, ese comportamiento ha sido errático, primero para mal (desde 2010), para luego mejorar y finalmente empeorar y, así en el último tiempo mantenerse más bien a la distancia de lo que son las economías desarrolladas, en términos del como se relacionan las actividades en sus procesos productivos, en otras palabras la estructura productiva ha perdido articulación.
Desde la perspectiva del empleo, mucho no se puede afirmar ya que en el último tiempo han ido cambiando las formas en que el mismo se mide, en tal sentido, producto de esta crisis, lo esperable es que disminuya, pero el desempleo que se genere, seguramente será menor al real, ya que lo más probable, es que aumenten los trabajadores por cuenta propia y los emprendedores por necesidad, con ello, la cifra real será seguramente poco clara, a lo que se debe sumar, los distintos errores muestrales que en cada comuna o ciudad se presentan cuando se aplican las distintas encuestas, los que en algunas ocasiones según establece el propio INE en sus metodologías, merece la pena analizar dicha información con mucho sigilo.
Respecto a la Patagonia, centrándonos en donde se produce la mayor actividad que se observa en términos de empleo, por ejemplo, por cada unidad en que aumentaba la demanda final, en el sector agricultura, caza, silvicultura y pesca, se generaban en promedio directa e indirectamente aproximadamente 0,16 unidades de empleo por unidad de producto, de estos empleos, 0,11 eran formales y 0,05 informales, si seguimos desglosado estas cifras observaremos que 0,07 empleos eran absorbidos por personas residentes en la ciudad en que participaban del mercado formal y 0,04 eran informales residentes, dejando un saldo aproximado de 0,03 puestos de trabajo por unidad de producción a trabajadores formales e informales no residentes respecto a la ciudad donde trabajaban.
En Puerto Montt, tomando como referencia la misma actividad, se generaban directa e indirectamente aproximadamente 0,33 unidades de empleo por unidad de producto a partir de tal sector, de estos empleos, 0,25 era formales y 0,08 informales, si seguimos desglosado estas cifras observaremos que 0,13 empleos eran absorbidos por personas residentes en la ciudad que participaban del mercado formal y 0,08 eran informales residentes, dejando un saldo aproximado de 0,12 puestos de trabajo por unidad de producción a trabajadores formales e informales no residentes.
Dado lo presentado, ¿qué es posible que ocurra en la Patagonia y, en especial en Puerto Montt, si no se toman las Políticas de Contingencia y Desarrollo adecuadas?, se esperaría un debilitamiento en sectores tales como agricultura, silvicultura, pesca, comercio, hoteles y restaurantes, enseñanza y servicios sociales y de salud de aproximadamente 1,72 empleos por unidad de producto, esto es, por cada unidad menos de productos se dejan de crear 1,72 empleos en función de la producción, de allí la importancia que la misma se mantenga.